Los comienzos del trabajo

A partir de los 3 años, la energía del niño, que hasta entonces se empleaba toda ella en satisfacer los propios deseos, va a poder invertirse en el trabajo, es decir, en una actividad orientada hacia una finalidad distinta de la pulsional. Por eso tradicio-nalmente —y con muy buen sentido— ía escuela comienza hacia esa edad. Pero cada vez es más frecuente que se acepte en el parvulario a niños de dos años. Y ocurre que, así como a los tres años, que es una edad realmente "fácil", el niño se somete prudentemente a las normas y valores, el niño de dos años, por el contrario, es incapaz de ello; y si lo hace, tiene consecuencias perjudiciales. La tendencia a la negativa, a la oposición y a la individuación, característica del tercer año de vida, debe ser respetada por la escuela. Por lo tanto, ir a la escuela a los dos años es muy distinto que ir a los tres.

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