Las fuerzas motrices adquiridas

El niño adquiere conciencia de los diferentes objetos que le proponen los adultos y de lo que conviene que haga para auto-reprimirse y agradarles a ellos.

Cuando lo que más importa es agradar, el niño imagina que el objetivo consiste en ser perfecto, y piensa que el medio de alcanzar este objetivo consiste en dar gusto. Cuando lo que de verdad importa es auto-reprimirse, entonces el niño imagina que el objetivo consiste en ser fuerte, en ser ganador, en ignorar sus propias pulsiones vítales, y piensa que un buen medio para ello consiste en hacer esfuerzos, en sufrir para conseguirlo.

Por último, cuando lo verdaderamente importante es el proceso de adaptación, es decir, el paso de lo pulsional a lo "adaptado", entonces se pone el acento sobre la inmediatez o la celeridad de la sumisión. El niño está "siempre dispuesto", pues considera que debe apresurarse a alcanzar el objetivo.

Todas estas formas de satisfacer a los adultos se dan, dé manera variable, en cada niño, y persistirán durante toda su vida. Son unas nuevas fuerzas motrices que contrarrestad a las fuerzas pulsionales. Son auto-coacciones que condicionan la sensación de bienestar.

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