Con el padre

El niño dirige entonces su esperanza hacia su padre. ¿Cómo ha resuelto papá este problema de verse abrumado por mamá? Parece ser independiente y, a la vez, parece también agradar a mamá... ¡Ser papá! ...¿por transmutación? ¿Y de este modo ser amado por mamá en su lugar? ¡Es una idea fantástica! Sí, pero... El niño imagina entonces la venganza paterna. ¿Tiene realmente derecho a pensar así? ¿No es verdad que muchos padres sienten como una punzada en el corazón cuando, el domingo por la mañana, encuentran al niño acostado en la cama cerca de su madre? Es en estas menudencias donde se establecen entre el papá y el niño unos lazos de rivalidad; y el papá, seguro de su poder, exige: "¡no te me pases!". Esta competición es un juego sutil y delicado. Los dados están trucados: hay unos límites que no se pueden franquear, so pena de represión —de castración—, según piensa el niño, que se siente culpable. Lo cual no le impide, sin embargo, "incordiar" y competir.

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